Las dietas vegetarianas, ¿son recomendables?
- Helena Berenjena
- 6 feb 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 16 dic 2020
Voy a empezar describiendo qué es una dieta vegetariana y qué variantes hay, ya que existe un poco de confusión al respecto. Una dieta vegetariana en términos generales es aquella en la que la ingesta alimentaria procede de alimentos vegetales y se excluyen los de origen animal. Este tipo de dieta tiene su origen principalmente por motivos religiosos (budismo o hinduísmo, por ejemplo) pero existen muchas otras razones por las que está ganando adeptos de forma exponencial durante los últimos años: motivos de salud, de sostenibilidad del medio ambiente, evitar el sufrimiento animal, etc.
Como ya he adelantado, existen varios tipos principales o variantes de la dieta vegetariana:
Dieta vegetariana estricta: no incluye ningún alimento de origen animal (carne, pescado, huevos, lácteos). Popularmente se la conoce como dieta vegana, aunque esto no es estrictamente correcto. El veganismo es una filosofía, un modo de vida más que una dieta. Cierto es que siguen una dieta vegetariana estricta como modo de alimentación. Pero en su afán de evitar cualquier tipo de explotación animal tampoco consumen miel, no se visten con pieles o lana, no utilizan cosméticos que testen en animales o que incluyan cualquier tipo de ingrediente de origen animal (como puede ser el caso de las cochinillas de los labiales rojos), no acuden a zoológicos, etc. Es decir, un vegetariano estricto puede serlo por motivos de salud, o religiosos o de conciencia ecológica. Para un vegano su motivación principal será siempre evitar el sufrimiento animal.
Ovovegetariana: dieta vegetariana que incluye el consumo de huevos.
Lactovegetariana: dieta vegetariana que incluye el consumo de leche y derivados lácteos.
Ovolactovegetariana: esta dieta excluye carne y pescado pero sí incluye derivados animales como los lácteos y los huevos.
Flexitariana o semivegetariana: la siguen las personas cuya dieta es principalmente vegetariana pero con un consumo ocasional de alimentos de origen animal por diversos motivos (razones médicas, vida social, etc).

Desde el punto de vista nutricional hay algo en común en todas estas dietas y es la necesidad de suplementación de vitamina B12. Este nutriente es el único que no se encuentra en el reino vegetal ya que lo sintetizan unas bacterias que se encuentran en el agua, la tierra y las plantas, que son ingeridas por los animales (peces, mamíferos y aves) produciendo B12 que se acumula en su organismo. Los humanos ingieren la vitamina a través del consumo de estos animales. Si eliminas los alimentos de origen animal de tu dieta (o los limitas mucho) debes suplementarte necesariamente, ya que su déficit a largo plazo ocasiona daños irreversibles a nivel neuronal (entre otros).
Pero si tú eres uno de esos “cuñados” que está frotándose las manos porque acaba de encontrar algo potente que echar en cara a las personas que han decidido seguir una dieta vegetariana para poder tumbársela (inexplicablemente hay muchas personas deseando hacerlo), te diré que no te va a durar mucho la alegría. Y es que tú, querido amigo, también estás ingiriendo la B12 como suplemento (a menos que el 100% de los animales que consumas sean de pasto o salvaje, cosa harto improbable). Y es que los piensos con los que alimentan a los animales también están suplementados con B12 ya que no tienen acceso a pastos, como ocurre también con los peces de piscifactoría. Así que, en resumen, los vegetarianos se suplementan la B12 directamente, pero tú, y la mayoría de la gente, lo haces indirectamente. Se te acaban los argumentos 😉.
Hay un sinfín de organizaciones que avalan la dieta vegetariana como apta en cualquier etapa de la vida (sí, sí, has leído bien, en cualquier etapa; también en la infancia, el embarazo, para el deportista de élite, etc.) Algunas de ellas son la Asociación Americana de Dietética, The Canadian Dietetic Association, El British Medical Association (BMA), la Academia Americana de Pediatría, La Asociación Dietética de Nueva Zelanda, La Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN), etc. La mayoría hacen el apunte de la necesaria suplementación de B12 y añaden la coletilla de que la dieta debe ser “bien planificada”. En mi opinión esto es una obviedad. Todas las dietas, del tipo que sean, deben ser bien planificadas. A ver si ahora resulta que la dieta hiperproteica y cargada de azúcar y sal que consume una gran parte de los niños españoles (y no tan niños) es una dieta bien planificada, ¿no?. Lo que ocurre es que es cierto que el conocimiento nutricional medio de la población es escaso y por lo tanto es altamente recomendable que, si quieres seguir una dieta vegetariana, acudas a un profesional de la nutrición (no a tu médico, por favor, a menos que se haya formado específicamente en nutrición) para que te dé las pautas necesarias para diseñar menús completos y equilibrados. Y si tú o tus hijos siguen una dieta hiperproteica y cargada de azúcar y sal, ve tú también ya de paso.
Ya hemos cubierto la parte nutricional pero no puedo dejar escapar esta oportunidad para hacer hincapié en otros aspectos de estas dietas, como son la salud, el medio ambiente y el bienestar animal.
Por ejemplo, la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos y la Asociación de Dietistas de Canadá, sostienen que las dietas vegetarianas se asocian con tasas más bajas de diabetes tipo 2 y ayudan a disminuir los niveles de colesterol y la presión sanguínea.
Por otro lado, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) publicó en 2006 un informe demoledor sobre las repercusiones del ganado en el medio ambiente llamado Livestock's long shadow (está disponible a golpe de click, por si quieres consultarlo). El informe estima que “el ganado es responsable del 18% de las emisiones de gases que producen el efecto invernadero, un porcentaje mayor que el del transporte”. Tan solo reducir (que no eliminar) el consumo de carne tiene ya un impacto inmediato en la emisión de gases. La revista Public Health Nutrition publicó un informe en 2014 que indicaba que “para obtener un kilo de proteínas procedentes de alubias se necesita la decimoctava parte de tierra, diez veces menos de agua, nueve veces menos de combustible, doce veces menos de fertilizante y diez veces menos de pesticidas que para producir un kilo de proteínas procedentes de carne de ternera”.
Finalmente, y no por ello menos importante, según el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2018 se sacrificaron en España más de 900 millones de animales. Quizás el problema más importante no sea ese gigantesco número sino las condiciones de vida (o de no vida, diría yo 😥) que padecen la inmensa mayoría de esos animales. Y es que la industria alimentaria, como cualquier otra industria capitalista, busca maximizar sus beneficios en el menor tiempo posible. No me voy a extender aquí en los métodos que usan para tal fin ya que son ampliamente conocidos y a mí personalmente me revuelven un poco las tripas. Pero incluso aunque carezcas de empatía y te dé igual el estado de esos animales, piensa que esos mismos cerdos (póngase aquí pollos, patos, vacas, gallinas, etc) que están enfermos, hacinados, sin higiene adecuada, sin ver la luz del sol, sin poder moverse y sufriendo toda su corta vida son los que luego te llevas a la boca y nutren tu organismo. Me tengo por una persona racional, pero dudo mucho que ese sufrimiento no tenga ningún impacto no sólo físico sino de tipo emocional, energético, o como quieras llamarlo, en nuestros cuerpos.
En resumen, no te obligues a volverte vegetariano de la noche al día (que ojo, está bien si así lo quieres realmente), pero intenta al menos reducir el consumo de alimentos procedentes de animales, por tu propio bien y el del planeta. Y en la medida en que te sea posible, da prioridad a granjas ecológicas o productores locales que sepas que tratan adecuadamente a los animales.

Si quieres profundizar un poco más te recomiendo los libros “Vegetarianos Con Ciencia”, de Lucía Martínez o “Más Vegetales, Menos Animales” de Julio Basulto y Juanjo Cáceres.
Gracias por llegar hasta aquí. Un abrazo.
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